miércoles, 29 de julio de 2009

Crónica de una pérdida anunciada (2/3)

El agua que caía fría comenzaba a entumecer ligeramente su cuerpo, y se notaba lento en sus reacciones. Stampida ladeo su cabeza quedando libre de la cortina de agua uno de sus oídos, cuando éste quedó vacío escuchó música en la habitación de al lado. Su portátil reproducía una canción de Anthony & The Jonsons...

One dove
Youre the one Ive been waiting for
Through the dark fall
The nightmares the lonely nights
.........
One dove
To bring me some peace
In starlight you came from the other side
To offer me mercy

...y la realidad volvió. Tiempo atrás aquella canción daba significado a su vida, hoy es sólo era un recuerdo que no se perdía...instantes que habían abrasado su cerebro, y ahora su huella había quedado para siempre. Una cicatriz que encerraba dolor en una herida que nunca se curó...una cicatriz con su escueto nombre.

Y volvió a sentir fragilidad, vacío, inútil...se sintió reloj de arena al que habían quitado todo su tiempo, sus recuerdos, y los momentos que midió. Por un instante se sintió el protagonista de una vida que no había vivido, que no era la suya, y mirando atrás no se reconoció en sus actos. Se preguntó quien era aquel patán que ocupaba su espacio en el universo. Pero ya estaba demasiado débil para luchar contra aquella versión de si mismo descontrolada y falsa. Apuraba sus últimos momentos recordando su pasado, quiso que sus últimas imágenes fueran las de los años pasados, cuanto todos, incluso él, le reconocían. Ahora era el anciano más joven que nunca nadie hubiera visto.

Se asomó a la ventana, y la visión del mar, negro por una noche sin luna ni estrellas, vació por un momento su pena y su tristeza, y aquel que estaba oculto y olvidado le susurró al oido que había quedado vacío de agua fría...

"tengo sólo unos segundos antes de que vuelva el ser ruin en que te has convertido,
acuérdate de mí, mira al mar y no lo pierdas de vista,
sabes dónde querrías acabar esto,
sabes cuál es el último jardín que querrías ver,
sabes cuales son los últimos seres que querrías ver volar ingrávidos,
sabes cuál es la única presión que te gusta sentir en tu cuerpo
...sabes quién estaría en la playa vigilando que aparezcas a respirar
...sabes que ya no estará ahí nunca más
...sabes que ya no tienes por qué volver a la orilla"

Stampida se hizo fuerte, amanecía. Tomo su modesta equipación como de costumbre, no desayuno, como hacía últimamente, y se fue para acabar su historia como había leído que algún hidalgo ya había hecho por aquellos parajes.

Aquel día reconoció el sol en el cielo, el agua no estaba lo suficientemente embravecida como para no entrar (para él nunca lo estaba). Se dirigió a la única zona de la playa que tenía arena donde reposar, escribió "Kiss my name" y tendió su toalla encima sin intención de volver a quitarla.

Como siempre al entrar en el agua, mojó sus muñecas y su nuca.

Buen día para no volver a la orilla.