lunes, 12 de mayo de 2008

Las microaventuras

Desde mis comienzos siempre me ha gustado la velocidad, no he podido evitarlo. Igual voy por una vía ancha que por los carriles más estrechos y desvencijados. Llevo siempre mi vista al frente, y no me importa lo que dejo atrás. He recorrido miles de veces los caminos que me guían día a día, y desde el primer momento las tracé perfectas. Hoy me estoy arriesgando más que nunca.

Nunca paro de viajar, de arriba a abajo, de un lado a otro, siempre rápido, siempre con otros como yo, amantes de la velocidad. A veces nos perdemos de vista, y en raras ocasiones volvemos a encontrarnos, somos muchos y todos tan rápido...

En una ocasión estuve muy cerca de la muerte. Una de las carreteras secundarias más estrechas de mi región sufrió un desperfecto y muchos otros se salieron por allí, muchos que no volví a ver nunca...pero yo aceleré, como si algo velara por mi velocidad y dejé atrás aquella trampa mortal. Aquel punto negro fue reparado con rapidez, aunque muchos otros desperfectos en el firme que piso están por venir.

Llevo días enteros viajando sin parar, pero no me canso, y estaría así hasta el final de mis días. Sin embargo hoy el tráfico está más agitado de lo normal, todos van acelerados, nerviosos. Todos con prisas. Tomo sucesivas desviaciones hacia carreteras secundarias donde espero encontrar más tranquilidad, adelanto a muchos como yo, veo al fondo una carretera extraña, color metalizado, estrecha, sólo unos pocos van por ahí...serán los más osados...por ahí voy yo. Este túnel es bastantes oscuro, ahí veo luz...MIERDA, ES UNA JERINGA, HE CAÍDO EN UN ANÁLISIS DE SANGRE.