martes, 18 de octubre de 2011

Aprende a llorar

Anoche en la guardia del hospital los médicos quedaron sin palabras, sin medicinas, sin métodos de reanimación…los médicos se quedaron parados y atónitos. Un hombre murió ahogado, tendido en una fría camilla a la que ni siquiera tuvieron tiempo de poner una sábana nueva.

Llegó a manos de una mujer, asido de su hombro, arrastrando los pies y agarrándose a cuanto se ponía a su paso. Ella no podía con él ya. Sus ojos…rojos, hinchados, los párpados no llegaban nunca a cerrarse, lo intentaban. Su respiración, agónica, gorgoteaba…hacía pensar que algún líquido llegaba hasta la misma garganta, y que penetraba en sus pulmones con cada bocanada de aire, llenándolos cada vez un poco más.

Los celadores lo tumbaron en una camilla…él no la soltaba. Sólo tenía fuerza para sujetarla, y mirarla, hacer cómo que le decía algo, para nada más le quedaba fuerza. Sin que el médico de guardia le diera oportunidad la sentó para interrogarla frenéticamente por las causas de la dolencia, no había tiempo que perder. Ella, que soltó, no supo que decir…sólo que aquel hombre que empezaba a sufrir convulsiones por ahogamiento llevaba toda la tarde intentando hablar…decirle…durante toda la tarde no la pudo soltar ni un segundo de la mano, la misma mano que soltó cuando aquel médico se interpuso.

"Él quería decirme algo…sentía pena, estaba triste, angustiado" - ella lloraba ríos.

Una enfermera llegó corriendo a la sala…el hombre moría, y nada podían hacer…no podían drenar el líquido que lo ahogaba, aquel hombre sólo buscaba la mano de aquella mujer. Ella sólo podía alcanzar a mirar aterrada por la ventanilla de la puerta que los separaba. El la miraba con sus ojos inyectados en sangre…y pena.

Hasta 4 médicos, con sus manos caídas de impotencia rodeaban a un joven que daba sus últimos espasmos. La enfermera que miró a la mujer dijo en voz baja…"ella llora por los dos, llora por ella y por él, intenta llorar lo que el no pudo, lo que el no lloró lo ahogó"

Las cosas existen, aunque no se encuentren, y la muerte del joven era clara…incapacitado para expresar la pena que lo atenazaba y se atascaba en sus entrañas intentó dar salida a lloros que lo aliviaran, e incapacitado para esto murió en su pena. Ni todos los intentos de los doctores hubieran podido vaciar la pena que lo ahogaba…le hubieran dado tiempo, como las mil excusas que él se interpuso cada día…antes de sentarse a hablar con ella…"un día más". Cuando ya intentó hablarle fue tarde…la angustia enterró su voz, y el tiempo que perdió fue el verdugo que cortó el tiempo que ambos les quedaba por compartir.

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