Las fichas del puzzle de su vida que tenía que perder estaban llegando a su fin - Si no puedo sujetar más cosas que se escapan ni lo voy a intentar, que se vaya lo que sobre, que lo que tenga que estar quedará...pensó, y no le faltaba razón. En poco tiempo cumpliría veintimuchos o treintaipocos. Cansado de lamentos decidió que tenía que poner fin al nudo marinero que atenazaba sus tripas.
Dando un sorbo al café blindo su testa a pico y pala, quedaba sólo un poco de chapa por poner. Hacía apenas unos días conoció un mundo diferente y sus ojos, que miraban demasiado al suelo, descubrieron tejas, canalones y mas allá de las nubes cerradas adivinó un cielo azul infinito, que sólo los atardeceres helados eran capaces de matar para dejar paso a furtivas lunas llenas que veían amanecer.
Súbitamente arrancado de su mundo de reflexión y alegre regodeo Letracto Recibió una llamada. Un buen amigo suyo, uno que solía aliñar el tabaco le hablo rápido, entrecortado desde el otro lado. Nunca le observó tan nervioso. Pidió a su amigo que se tranquilizara, que iría donde estuviera a buscarlo, pero de entre todas sus palabras rápidas y aturulladas apenas pudo llegar a entender algunos fragmentos que le causaron un gran desconcierto "...joder te digo que están buscando Letracto...no les diré nada...búscala, ella siempre ha estado ahí y te dirá cómo hacerlo... ". La conversación se cortó y al volver a llamar, una operadora mecanizada avisaba que el número al que llamaba no se encontraba disponible.
- ¿A quién no le iba a decir qué? ¿quién es ella? ¿qué te ha pasado?
Conocía a aquel amigo desde siempre y nunca sintió miedo en su voz. Sin saber qué hacer salió a la calle y corrió hacia el bar al que iban después del trabajo con cierta frecuencia.