jueves, 21 de mayo de 2009

El Perfecto Mingitante (1/2)

Con cierta frecuencia, la etiqueta y la educación y la falsa seriedad nos llevan a evitar los asuntos escatológicos...y estamos evitando la esencia misma de la vida. Sobre todo, el individuo del genero masculino suele ser victima de frases como "qué fácil lo tienes para mear" o la conocidísima “te la sacas y ya está”...no nos confundamos, nada más lejos de la realidad, ya que el arte de la mingitación masculina encierra arte y tradición, y destreza (si se me permite decirlo) para realizar la faena con total pulcritud.

Ofreciendo un enfoque simplificado, la mingitación masculina se resume en cuatro pasos bien diferenciados y OBLIGATORIOS: bajada de cremallera, extracción del aparato, mingitación al uso y guardado del aparato. El lector avezado notará que la NO realización de uno de estos pasos desembocará en desastre (avergonzante si se trata del primero, escandalizante para algunos si se trata del último).

Aunque a priori el primer paso es tranquilo, todo dependerá de la urgencia del mingitante. No apuremos porque la ley de Murphy dice que la cremallera se atascará en momento más inapropiado. Como caso excepcional, para aquellos individuos que no sirvan de usar calzoncillos, recojan la punta contrayendo al máximo el abdomen para evitar accidentes desagradables. El segundo paso se deberá realizar con cuidado y sutiliza: no está manejando una manguera.

En realizando el primer paso, no todo es dar rienda suelta a la mingitación. Resulta vital apuntar, calcular la trayectoria, y en su caso, tener en cuenta la distancia que nos separa del urinario. Un factor vital para centrar el "disparo inicial" (porque también hay un disparo final) es la fuerza de salida, que cual moto en primera marcha suele salir excesivamente acelerado. Pasado este primer momento, el perfecto mingitante deberá mantener la calma y para evitar desviaciones del caudal vertido al vacío. Incluso este interludio resulta importante para realizar una tarea elegante y digna de un caballero, ya que aunque la puntería sea perfecta, controlar el efecto de choque del fluido contra la superficie marmórea puede desperdigar mil gotas ínfimas por los alrededores que, aunque nosotros no veamos, ellas sí. ¿Cómo salpicar casi casi nada en este momento intermedio donde todo está bajo control?...señores, apuntemos al agua, que por su condición líquida absorberá mejor la fuerza del fluido vertido e impedirá que las gotas que caen reboten sin control. Hay quien piensa que un efecto parabólico aprovechando la curvatura del inodoro reduce a cero el impacto, y con esto, las “gotescas” consecuencias.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Deslastrando

...y decidió que su particular Show de Truman tenía que finalizar. Y como en el carcelario espectáculo, donde permanecía preso de sus miedos cancerveros, buscaría una puerta más allá del mar que en calma chicha le susurraba..."ven..atrévete..sabes lo que guardo para ti al final".

Nadó por tiempo indefinido, su única esperanza era que hubiera una esperanza al final, una puerta que quizá se pudiera abrir. El nudo en la garganta le acompañó durante toda la travesía, pensaba que derribar el muro sería lo peor, pero olvidó sacudir de sus pantalones el polvo que con el agua se tornó roca.

Cuando lo que en caliente no distinguía en el agua se volvió lastre, la muerte no le pareció una mala solución. Sin embargo, como la roca se fundió con sus vestimentas, las asumió y siguió adelante. Aprendió a nadar en sueños para así aprovechar los ratos de pernocta.

Un amanecer, cuando ya había olvidado todas sus razones y sus ropas parecían raídas por el efecto de la sal de sus llantos, sintiéndose ingrávido abrió los ojos, y dolorido por el esfuerzo nocturno la vio...estaba ahí.

Sin el color oscuro de sus pesadas vestimentas de reo se sintió liberado, y para que a todos los observadores les quedara claro gritó lo siguiente sin poder dejar de llorar...